Resiliencia

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El término resiliencia, desde una perspectiva de la gestión de las organizaciones, se refiere no solamente a la eficacia de su actuación (que sea capaz de sobreponerse o cumplir el cometido asignado, independientemente de otras valoraciones), sino también a su capacidad para adaptar su funcionamiento (flexibilidad) de forma que en adelante sea más eficiente a la hora de cumplir este cometido. Esta idea de eficiencia no hace solo referencia a la mayor economía de medios (obtener el mismo resultado empleando menores recursos) sino, y sobre todo, a mejorar la capacidad de reacción de la misma.

Ingeniería de la resiliencia[editar]

La ingeniería de la resiliencia es la habilidad intrínseca de un sistema para ajustar su funcionamiento, antes, durante y después de cambios y perturbaciones, de forma que pueda mantener los requerimientos de producción bajo condiciones tanto esperadas como no esperadas. [1]

La ingeniería de la resiliencia explica los accidentes como combinaciones inesperadas que conducen a un suceso no deseado. Estas combinaciones son altamente variables, ya que los sistemas en que se producen son siempre diferentes. La ingeniería de la resiliencia da protagonismo al desempeño normal, llevado a cabo por los trabajadores ajustándose a la complejidad del sistema que les rodea, sobre el desempeño normativo, constituido por procedimientos y protocolos. Debido a que resulta imposible establecer procedimientos que eliminen toda variabilidad, la flexibilidad y adaptabilidad del trabajo humano resultan ser los garantes de su eficiencia, aunque también explican los fallos.

La ingeniería de la resiliencia, consciente de la complejidad de los sistemas y los desempeños normales, no busca solo las causas de lo que va mal en eventos singulares, sino patrones y relaciones entre eventos que puedan conducir a resultados no esperados. Y en este análisis de patrones y relaciones es importante conocer no solo los factores que dan lugar a un fallo sino, y sobre todo, los que producen el éxito (trabajo bien ejecutado y sin accidentes, lo cual, por otro lado, es lo habitual).

Principios y habilidades potenciales para la resiliencia[editar]

1. Compromiso de la alta dirección. La seguridad resiliente es un objetivo importante para la dirección de la organización al mismo nivel o por encima de otros objetivos. El objetivo es establecer acciones y directrices para garantizar el compromiso de la alta dirección con una seguridad resiliente. El reconocimiento del trabajo bien hecho, la dotación de medios y recursos, no supeditar la seguridad a la producción, asumir la seguridad como un valor, que forma parte de todas las funciones, son cuestiones clave.

2. Cultura de justicia o equidad. Una atmósfera de confianza en la organización que anima a los trabajadores a comunicar cuestiones relacionadas con la seguridad y salud laboral, tales como señales débiles, no digamos ya incidentes, sin temor y sin rechazo. El objetivo de este principio es la superación de obstáculos potenciales para conseguir esta cultura que favorezca la resiliencia de la seguridad. La información, comunicación, participación y trabajo en equipo, la consideración del desempeño en seguridad, son algunos aspectos importantes de este principio.

3. Cultura de aprendizaje y de desarrollo de competencias. La cultura empresarial proactiva se basa en aprender no solo de los problemas e incidentes sino también del funcionamiento normal diario. El objetivo es identificar acciones para que la empresa implante una cultura de aprendizaje continuo y compartido. Ello habría de facilitarlo una gestión por competencias, que las clasifica en una serie de niveles (cinco como máximo) para valorar la capacidad de respuesta de los trabajadores. Irían desde el primer nivel (1), que supone la realización correcta de lo establecido, hasta el máximo nivel (5), de especialista, que implica una capacidad de dominio y control de la variabilidad de los sistemas de trabajo y la competencia asumida para formar a otros compañeros de trabajo transmitiéndoles sus conocimientos y sobre todo su experiencia. Llegar a ser especialista de una actividad, por sencilla que pueda parecer, requiere meses; en cambio, ser por ejemplo, operario de una central nuclear requiere, además de una buena base de conocimientos, años de aprendizaje en plantas piloto para llegar a dominar el funcionamiento de una instalación y poder controlar con plena seguridad la variabilidad de desviaciones que pueden producirse en las mismas y sus límites.

4. Concienciación. Los empleados deben ser conscientes de lo que está pasando en la empresa en términos de calidad en el desempeño, en qué extensión es un problema y el estatus actual de las barreras o defensas y sus límites.

5. Flexibilidad. Se trata de la capacidad de anticiparse activamente a amenazas y estar preparada para hacer frente a ellas. Cultura y capacidades de proactividad en la identificación de potenciales riesgos y de adelantarse a ello.

6. Preparación. La capacidad de la organización de reestructurarse en respuesta a diversos cambios y variaciones, con capacidad para soportar los llamados “errores humanos” y con trabajadores que son capaces de tomar decisiones críticas sin esperar la decisión de sus jefes.

7. Opacidad. La organización debe ser consciente de los límites y como de cerca se trabaja de ellos, en términos de degradación de barreras y defensas.

Referencias[editar]

  1. E. Hollnagel, D. Woods, N. Leveson: Resilience Engineering: Concepts and Precepts, 2006.

Bibliografía[editar]

Jesús Díaz Moreno: "Resiliencia organizativa y prevención de riesgos laborales. Hacia una gestión de la capacidad de adaptación al cambio", revista Seguridad y salud en el trabajo, nº 105, diciembre 2020.

Juan Carlos Rubio Romero, Manuel Bestratén Belloví: Nota Técnica de Prevención 1132. Ingeniería de la resiliencia: conceptos básicos del nuevo paradigma en seguridad.