Deflagración

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Ejemplo de deflagración: encendido de una cerilla

Se entiende por deflagración aquella explosión en la que la velocidad de combustión es subsónica (si es supersónica, estamos ante una detonación). Cuando una deflagración ocurre a cielo abierto, se producen llamas y una disipación de calor y gases de combustión; en cambio, si tiene lugar en un recinto cerrado, la presión debida a los gases de combustión se incrementa a gran velocidad alcanzando valores de hasta diez o más veces la presión inicial absoluta del recinto, pudiendo producirse la destrucción de este.

El peligro de deflagración tiene especial relevancia en instalaciones en la que se tratan o están presentes gases, vapores y polvos combustibles, como, por ejemplo, procesos químicos, manipulación de carbón, filtración de polvos, recuperación de vapores, manipulación y almacenamiento de grano, molido, etc.

Medidas preventivas[editar]

  • Limpieza, evitando las deposiciones de polvo.
  • Sellado de equipos, evitando con ello la salida de polvo.
  • Conexión de equipos a tierra.
  • Evitar puntos de ignición, como superficies y tuberías calientes, y uso de sistemas que eviten el sobrecalentamiento.
  • Reducción de la relación combustible/oxígeno mediante inertización.
  • Adición de sólidos neutros en proporción mayor del 50%.
  • Trabajo en vacío.
  • Formación e información de los trabajadores.

Bibliografía[editar]

Francisco Alonso Valle: Nota Técnica de Prevención 396. Deflagraciones producidas por gases, vapores y polvos combustibles: sistemas de protección.