Hipoacusia

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La hipoacusia consiste en la pérdida de capacidad auditiva. Una única exposición a un ruido brusco e intenso de nivel de pico muy elevado (disparo, explosión, etc.) puede producir la rotura de tímpano o daños en la cadena de huesos del oído medio y ocasionar una disminución de la capacidad auditiva. Este tipo de hipoacusia se llama de transmisión, ya que el elemento alterado es la cadena de transmisión y no hay daños en el órgano de Corti. Admite tratamiento curativo y generalmente es reversible, salvo complicaciones.
Más importantes, dado que son más graves y afectan a mayor número de personas, son los efectos auditivos que ruidos menos intensos, pero más persistentes, pueden provocar a largo plazo sobre el oído.
La consecuencia de la exposición continuada a ruido es la pérdida de sensibilidad o disminución de la capacidad auditiva. Esta disminución puede ser temporal o permanente.
La pérdida temporal se produce inmediatamente después de una exposición a ruido intenso y se recupera el estado normal de audición al cabo de unas horas. Este efecto se produce como consecuencia de los mecanismos fisiológicos de defensa frente a una agresión externa; el efecto neto es una disminución de la capacidad auditiva, pero al cesar la agresión se recupera lentamente el funcionamiento normal y por ello la capacidad auditiva se recupera en un plazo de pocas horas.
La pérdida permanente de capacidad auditiva se produce como consecuencia de una exposición a ruido intensa y prolongada (varios años) y es debida a la destrucción de los terminales del nervio auditivo del caracol. Se trata de una hipoacusia de percepción ya que, aunque toda la cadena de transmisión se mantiene en perfecto estado, falla el elemento encargado de transformar el fenómeno ambiental en sensación nerviosa.
Esta alteración de la audición ocurre lentamente, de tal manera que primero aparecen una serie de síntomas a los que no se da importancia, como son la dificultad para oír ruidos cotidianos como el timbre de la puerta, el televisor a un volumen normal (con lo que se tiende a elevarlo hasta unos niveles normales para el afectado, pero molestos para los demás); suelen aparecer dificultades de relación con los demás, aumento de la irritabilidad, así como otros síntomas de difícil relación con el ruido, pero que están relacionados con una posible lesión auditiva.
El proceso de destrucción de las terminales nerviosas del oído interno es muy lento, y no todas se lesionan a la vez ni de la misma manera, generalmente son las sensibles a los tonos agudos de frecuencia próxima a 4 kHz las primeras en dañarse, extendiéndose progresivamente la lesión al resto de frecuencias. La consciencia de la lesión se adquiere cuando se afectan de forma notable las frecuencias conversacionales.
La hipoacusia inducida por ruido es bilateral y casi siempre simétrica, es decir, afecta a los dos oídos por igual, es irreversible, es decir, no se puede recuperar la audición a los límites normales; y no evolutiva, ya que habitualmente no progresa al cesar la exposición.

Evaluación clínica

Los trabajadores sometidos a ruido de cualquier origen, durante su trabajo, deben controlar su audición, desde el inicio de la exposición. El protocolo más sencillo y operativo implica, en primer lugar, la realización de una anamnesis completa, que incluya el historial laboral, con especificación de los puestos de trabajo, y los antecedentes personales y familiares.
El procedimiento continúa con una otoscopia cuidadosa, previa a cualquier otro tipo de intervención y que al menos ha de garantizar la prexistencia de obstáculos en el conducto auditivo externo, y la descripción del estado de la membrana timpánica. Cualquier contingencia a este nivel o en el interior del tímpano, ha de remitirse al otólogo.
Un buen método de orientación diagnóstica, es el empleo de la acumetría. La combinación de, al menos, las pruebas de Rinne y Weber permiten distinguir entre hipoacusia de conducción y percepción.
La utilización del espéculo neumático de Siegle es recomendable dado su fácil manejo y bajo coste. Nos permite comprobar la movilidad de la membrana timpánica y, por tanto, la ausencia de contenido en el interior del oído medio.
La presencia de inestabilidad/vértigo hace aconsejable una exploración neurológica mínima para descartar la presencia de síndrome.
Para medir la capacidad auditiva se utiliza un aparato llamado audiómetro, mediante el que se emiten ruidos de diferente frecuencia (graves, medios, agudos) y de diferente nivel de intensidad. En función de los diferentes ruidos percibidos por la persona examinada se confecciona la audiometría, que indicará si la audición es normal o no. Si se tiene en cuenta que el proceso de disminución de la capacidad auditiva es paulatino y progresivo, el valor preventivo de la realización de reconocimientos médicos periódicos que incluyan una prueba audiométrica es muy importante, ya que puede poner de manifiesto precozmente las posibles alteraciones en las personas expuestas a ruido incluso antes de que el individuo aprecie la disminución. Las audiometrías periódicas proporcionan una visión evolutiva de la hipoacusia.

Bibliografía

VV.AA.: Higiene industrial. INSHT.
Eduardo Gaynés Palou, Asunción Goñi González: Nota Técnica de Prevención 287. Hipoacusia laboral por exposición a ruido: Evaluación clínica y diagnóstico.