Absorción

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La absorción es el proceso que permite la entrada de un tóxico en el organismo y su transferencia desde la zona de contacto (piel, mucosa gastrointestinal o tracto respiratorio principalmente) a la circulación, para su posterior distribución hacia el lugar o lugares donde ejercerá su acción, denominándose en estos casos tóxicos de acción sistémica. Los tóxicos que no se absorben y ejercen su acción en la puerta de entrada o zona de exposición reciben el nombre de tóxicos de acción local. La mayoría de los agentes químicos se comportan como tóxicos sistémicos y algunos, como el insecticida paraquat, los disolventes orgánicos o el gas sulfhídrico, presentan tanto toxicidad local como sistémica.

Los tóxicos entran en los organismos vivos principalmente por tres vías: la vía gastrointestinal, la respiratoria y la dérmica. Además de estas tres vías existen otras, como son la intravenosa, intramuscular, conjuntival, rectal o vaginal, algunas de las cuales se utilizan con fines médicos.

Algunos de los factores que van a condicionar la absorción de los tóxicos son la vía de exposición, la dosis de contacto, el área de contacto, las características de las membranas con las que se va encontrando, la irrigación del tejido y las propiedades fisicoquímicas de la sustancia tóxica.

Para que un tóxico se absorba tiene que atravesar una serie de membranas biológicas. Los organismos vivos están protegidos del medio ambiente por membranas o cubiertas especializadas, que impiden la libre transferencia de sustancias químicas hacia el interior de los órganos y de las células. Aunque las membranas de las distintas partes de un organismo tienen ciertas características diferentes, la composición de todas ellas es muy parecida.

Vías de absorción[editar]

Ingestión (vía digestiva)[editar]

La vía digestiva es la vía más importante de entrada de sustancias tóxicas en el organismo. Muchos componentes tóxicos de los alimentos y diferentes drogas entran por esta vía. Para que un tóxico, que accede al organismo por vía digestiva, produzca lesiones generalizadas debe ser absorbido. En la mayoría de las ocasiones la cantidad de sustancia tóxica que alcanza el torrente circulatorio no se corresponde con el 100% de la dosis administrada por vía oral debido a factores como cierta destrucción por parte de las enzimas digestiva, por efecto del pH o por metabolización hepática.

La absorción de las sustancias tóxicas puede tener lugar a lo largo de todo el tubo digestivo, que presenta una gran área de absorción desde la cavidad oral, hasta el esófago, el estómago, el intestino grueso y el delgado y el ano. Sin embargo, en condiciones normales los xenobióticos casi no se absorben en la boca y el esófago, por su escaso tiempo de residencia. La mayor absorción de sustancias tóxicas se produce en el intestino, en particular en el intestino delgado, ya que presenta la mayor área de absorción del trato gastrointestinal debido a la presencia de vellosidades que aumentan su área de absorción, y además, presenta un excelente flujo sanguíneo.

El mecanismo más importante de absorción de tóxicos por la vía digestiva es la difusión simple, que va a verse favorecida por la liposolubilidad de la sustancia, dando lugar a una mayor absorción a mayor liposolubilidad, salvo que tengan un tamaño demasiado elevado, aproximadamente mayor a 3000 Da. Los tóxicos lipofílicos son los que mejor se absorben por la ruta gastrointestinal, y puede ocurrir a lo largo de todo el tracto, incluso por la mucosa bucal y faríngea.

Durante el movimiento de las sustancias a lo largo del tubo digestivo se producen variaciones de pH que van a permitir que las sustancias ionizables, como los ácidos débiles y bases débiles puedan encontrar un lugar adecuado de absorción, que será aquel en el que se encuentren en su forma más liposoluble (no ionizada). La mayor parte de los tóxicos se absorben en el tubo digestivo por difusión pasiva, pero también existen sustancias tóxicas que pueden absorberse utilizando distintos sistemas de transporte especializados propios de sustancias endógenas y nutrientes. Aunque son pocas las sustancias que se absorben por transporte activo, es este mecanismo el que utilizan algunos metales, por ejemplo, el plomo.

La absorción también va a depender del tiempo de permanencia del tóxico en el tubo digestivo, aumentando con el tiempo de permanencia en él. Va a venir favorecida por la presencia de úlceras o irritación del tracto gastrointestinal, así como del ayuno, ya que la presencia de comida o los vómitos dificultan la absorción. Por ejemplo, no es lo mismo consumir una determinada cantidad de etanol después de una cena copiosa, o haberlo hecho en ayunas. En este último caso la concentración plasmática de etanol será sensiblemente mayor, y el tiempo de permanencia en el organismo también. Otro factor importante, es la velocidad de absorción, que está influenciada por la intensidad de la sangre que llega a la mucosa del estómago, la formación de moco y el peristaltismo.

Los xenobióticos absorbidos a lo largo del tubo digestivo pasan al hígado vía vena porta. Una vez en el hígado, los tóxicos pueden ser metabolizados, liberados a la sangre el tóxico original o sus metabolitos, excretados por la bilis o almacenados en el hígado.

Inhalación (vía pulmonar)[editar]

Las sustancias tóxicas que se absorben en los pulmones son los gases, disolventes volátiles y aerosoles.

El tejido pulmonar tiene una gran área efectiva y un excelente suministro de sangre. Los alveolos pulmonares están separados de los vasos sanguíneos por una capa de espesor muy fina, dando lugar a una absorción muy rápida y efectiva. El aire que respiramos puede contener varias sustancias tóxicas y partículas como CO, NOx, SO2, vapores de disolventes orgánicos, aerosoles y partículas sólidas que pueden ser absorbidos por esta vía.

La absorción de gases y vapores se ve favorecida por la liposolubilidad de la sustancia. Las moléculas hidrofílicas se absorben por los poros acuosos o por difusión, disminuyendo su absorción a medida que aumenta el tamaño molecular. En cambio, la absorción de partículas sólidas o líquidas se lleva a cabo por fagocitosis.

Vía dérmica[editar]

La piel entra en contacto con muchos productos tóxicos, pero afortunadamente es una barrera difícil de atravesar gracias a su compleja estructura de múltiples capas de células (epidermis, dermis y tejido adiposo subcutáneo) y pobre suministro de sangre que permite aislar el organismo de su ambiente. La piel se comporta más como una barrera protectora que como un tejido de absorción.

La piel es la barrera con la que se encuentran los tóxicos más difíciles de atravesar si se encuentra íntegra, a pesar de ello, algunas sustancias pueden llegar a absorberse a través de la piel. Lo consiguen moléculas muy liposolubles como disolventes orgánicos, hidrocarburos y plaguicidas órgano-carbonados u órgano-clorados o aquellas sustancias capaces de dañarla como el Paraquat. Esta vía es especialmente importante en los trabajadores de la industria y agricultura que trabajan con este tipo de sustancias.

La piel humana presenta dos rutas distintas de absorción: a través de la epidermis (en la mayoría de los casos), y a través de las glándulas sudoríparas y folículos (ejemplo: el plomo).

En ocasiones, la piel se encuentra dañada por la acción de otra sustancia, o incluso del mismo tóxico que ejerce una acción corrosiva sobre la misma, lo que puede favorecer el proceso de absorción.

Entre los factores ambientales que pueden influir en la absorción por vía dérmica se encuentran la temperatura y la humedad ambiental.

Vía de absorción mucosa[editar]

A través de la mucosa conjuntiva del ojo.

Vía parenteral[editar]

A través de discontinuidades de la piel (por ejemplo, heridas).

Bibliografía[editar]

VV.AA.: Enciclopedia práctica de Medicina del Trabajo. INSST.

VV.AA.: Higiene industrial. INSHT.