Semáforo

Se conoce con el nombre de semáforo las señales eléctricas constituidas por luces que tienen por objeto el control del movimiento de vehículos en unas condiciones óptimas de seguridad y fluidez. El semáforo asigna de forma alternativa el derecho de paso a cada movimiento o grupo de movimientos que confluyen en una intersección.
Los semáforos se colocarán normalmente a la derecha de la calzada, en postes adecuados y con su borde inferior a más de 2 metros y menos de 3,50 metros sobre la calzada. En ocasiones pueden situarse también en el lado izquierdo, cuando se trate e vías de doble calzada y con isleta o separación en el centro de la vía, o sobre la banda que regulan, en cuyo caso deberán situarse a una altura no inferior a 4,50 metros.
Los usuarios de la vía deben obedecer las indicaciones de los semáforos situados inmediatamente a su derecha, encima de la calzada o encima de su carril, y si no existen en dichos emplazamientos y pretenden girar a la izquierda o seguir de frente, las de los situados inmediatamente a su izquierda. Si existen semáforos con indicaciones distintas a la derecha y a la izquierda, quienes pretendan girar a la izquierda o seguir de frente solo deben obedecer las de los situados inmediatamente a su izquierda.
Por lo general, las instrucciones ofrecidas por el semáforo se basan en el uso de tres colores: el rojo obliga a la detención inmediata, el verde permite avanzar, y el ámbar (o el amarillo) obliga a detenerse, salvo cuando no haya tiempo de hacerlo justo antes de la línea de detención. Sin embargo, pueden presentarse más casos: luz ámbar (o amarilla) intermitente, que obliga a los conductores a extremar la precaución (y, en su caso, a ceder el paso), luz blanca (o amarilla) en forma de flecha oblicua, que indica a los usuarios del carril que deben incorporarse en condiciones de seguridad al carril al que apunta la flecha, o luz roja intermitente, que prohíbe temporalmente el paso en determinadas situaciones (paso a nivel, puente móvil...).